Soledad Onetto: LAS OTRAS NOTICIAS
Es uno de los rostros fuertes de Canal 13. Su carrera televisiva la ha llevado a forjar un fascinante estilo propio, algo que pocos pueden lograr. Una forma de ser que ha tenido importantes pasajes junto a los animales, relación que asegura ha sido pieza clave en su formación como persona. Un contacto con la naturaleza que hoy la acompaña en un desafío diario: poder entregar las Otras Noticias, ésas que cada día dan forma a su nuevo programa 6PM.
La noche antes de realizar esta entrevista, las 21 horas de los noticiarios eran dominadas por la siempre criticada crónica roja, pero que en Chile nadie tiene el valor de abandonar.
10:20 horas y junto a la fotógrafa de Supercascotas ya estábamos en Canal 13 para entrevistar a uno de sus rostros que está dando la batalla que todos dicen hay que dar. En su espacio 6PM, Soledad Onetto, intenta sacar raiting entregando al público lo que en todas las encuestas dice reclamar: las otras noticias.
En 6PM no hay audio ni imagen para los incendios “dantescos” , para violadores, asaltantes, ni cualquier delincuente que “es intensamente buscado por la policía”. Soledad Onetto ya nos contaría que 6PM para ella “tiene el plus de ser la primera vez en que tengo la conciencia de hacer realidad este típico discurso de la gente, de querer ver otras cosas. En 6PM, efectivamente, las está viendo. Y las premia al verla.”
Para llegar a saberlo estábamos ahí, y en nuestra espera fuimos notando el respeto que hay por su trabajo, hasta que, finalmente, apareció y su espontaneidad comenzó a ratificar que su calidez frente a las cámaras no se terminaba al apagar las luces del plató.
Camino al casino del canal percibimos el cariño que le tienen y su especial atención por los otros. Tras preocuparse porque estuviéramos cómodos, iniciamos la entrevista, mejor dicho una grata conversación. Por poco me sentí un invitado a Telenoche, donde está claro, dejó una marca que permanece.
Entonces, como es nuestro objetivo, queríamos saber si en ese estilo tan especial había algo relacionado con la naturaleza, un contacto especial con los animales. Una vez más, nuestra intuición se confirmaba, “nosotros tuvimos mascotas desde niños, por lo menos desde que tuvimos la conciencia para cuidarlos. Creo que mi mamá en eso fue muy cuidadosa. Ella fue una mujer criada con pavos, pollos, perros, adentro de la casa.” Ello no porque vivieran en el campo, simplemente por el amor a los animales que siempre impidió que la nana de toda la vida sacrificara a todos los animales que llevaba para la engorda.
Esto marcaría a la madre de Soledad al punto de entender la importancia de este contacto para sus futuros hijos, “pero desde el momento que supiéramos que teníamos una responsabilidad sobre ellos. Y si bien clamábamos por perro durante mucho tiempo, recién tuvimos perros por ahí por séptimo u octavo básico. Cuando teníamos que limpiarlos, cepillarlos, ayudar a bañarlos y darles de comer”.
Fue cuando llegó Panco, un pastor alemán, que en lengua mapuche significa Piedra de Arroyo, “todos los perros en mi familia han tenido nombres sacados del diccionario mapudungun”. Con Panco desarrollaron la responsabilidad por otro hasta que también aprendieron otra constante de la vida: la pérdida de un ser querido. “Este perrito tuvo un tumor en el estómago y tuvimos que sacrificarlo. Y ahí fue como la primera pena, de decir no queremos más mascotas”, lo expresa casi como si estuviera reviviendo ese instante, una vez más, Soledad Onetto logra traspasar a su público lo que dice y siente.
Entonces surgen los recuerdos de aquella primera mascota, de ese perrito soñado por años en el corazón, “nunca me voy a olvidar que nosotros vivíamos en La Reina y una vez nevó y este perro patinaba de un lado para otro porque parecía pista de hielo el patio. Entraba, se comía las entradas que estaban servidas, se robaba todo lo que podía. El perro comía un poco de todo, además de su pellets. Sí, de más que hayamos incidido en algo que al final se haya terminado enfermando, pero cariño, por lo menos, le dimos”.
Este reconocimiento de culpa en la suerte de Piedra de Arroyo retrata la formación dada por su madre a través del contacto con los animales, ya que “la mamá siempre nos inculcó mucho respeto por el perro: no patear al perro, no pegarle al perro, no utilizarlo para jugar. Que el perro era un integrante más”. Pero el dolor conocido a través de la pérdida de Panco volvería a repetirse y hoy Soledad reconoce estar “en una situación de tristeza con los animales, porque hace muy poco tuvimos que sacrificar nuestro segundo perro, Llabu (Intrépido Voraz). Fue llevado por un tío cuya perra labradora había dado vida a toda una camada de cachorros negros. Nos dijo: me lo pueden cuidar unos días…´ Obviamente con toda la intención de que nosotros lo íbamos a cuidar para siempre”.
Llegó tan pequeño que Soledad recuerda una anécdota muy tierna provocada por las zapatillas negras, grandes, de moda en la época, que usaban las mujeres. En ellas se acurrucaba “porque pensaba que eran sus hermanos, que eran los mismos cachorros. Y lo tuvimos que amamantar, dormía conmigo, me vomitaba la cama, así es que tuvimos una relación súper cercana. Luego siguió viviendo con mi hermano, porque yo vivo en departamento”.
Todo estaba bien hasta que en noviembre pasado la familia enfrenta una situación de dolor “y yo creo que ese perrito absorbió parte de esa pena. Era ya un perro grande, era un perro adulto cuando pasó esto y comienza a decaer. A la semana ya no se paró y ahí tuvimos que sacrificarlo”.
Entonces con la seguridad que la caracteriza, con la vista fija en ese recuerdo que permanece, Soledad no duda en afirmar que los animales no sólo “sienten lo que te sucede, sino que absorben las penas más intensas de los seres humanos y, quizás, se las llevan.
Los animales son tan fantásticos, son capaces de sintonizar contigo en el momento en que tú te encuentras. Basta que tú estés triste, para que el perro se acerque, sea más cariñoso, esté pegado a tus piernas. El perro te sigue en esa dinámica y hace una simbiosis contigo en término de sensaciones, de emociones”.
Y si su madre ha sido la clave en generar este especial sentimiento, fue el padre el que despierta su interés por la información, pese a que de niña también quería ser diseñadora o arquitecta. “En mi casa siempre llegaban más de dos diarios, 4 revistas permanentemente. Mi papá era un hombre de noticias, las 9 de la noche es un momento sagrado para informarse de lo que está pasando, escucha radio todo el día. Así es que, por lo tanto, de ahí me tiene que haber quedado este pegotín de información”. Ríe al recordarlo.
Y al momento de mirar sobre lo recorrido, Soledad, sólo se muestra “agradecida de las oportunidades que se me han abierto. Yo te soy súper franca, he trabajado muy duro para fomentar la buena utilización de esos espacios, no para que se den estos espacios, sino que los aprovecho, los apropio, los hago míos”.
Unos espacios que marcan una dualidad en ella, “la gente no sé si no me ve simpática, pero sí me ven como seria, y yo, en verdad, de seria no tengo nada. Yo creo que está relacionado con el formato de las noticias”. Por romper este esquema acepta su comentada incorporación al programa Viva La Mañana, “era una tremenda oportunidad, era ahora o no era. Sabía que si pasaban dos años más no lo iba a hacer, porque en la medida en que más me quedara en un formato noticiosos nunca iba a dar el paso para probarme en un formato distinto”.
La apuesta no ha sido fácil y reconoce estar navegando en aguas desconocidas muy distintas a su gran éxito en Telenoche donde “andaba como pez en el agua. Era mi ambiente que yo conocía y eso es súper fácil de hacer. Pero cuando tú te metes en un desafío mayor y empiezas a navegar en aguas que no son las tuyas, es ahí donde se prueba tu calidad profesional. Voy a salir viva o voy a salir muerta de esto, yo creo que más viva que muerta. Siempre las experiencias suman, no creo que resten”.
Volvemos a ver en ella una fuerza especial, un carácter definido, en parte, por ese temprano contacto con el mundo animal y la responsabilidad frente a ellos. Una relación que en dos oportunidades se ha enfrentado a la difícil opción de la eutanasia, marcada por el amor y el sufrimiento del animal. Así con Panco ni siquiera lo pensaron pues el enorme tumor lo tuvo hospitalizado en condiciones muy extremas, tras ello pasaba echado sin ánimo, y el médico fue claro en que su situación empeoraría durante algunos meses para, finalmente, morir. Recuerda que fue fuerte oír del profesional la explicación de cómo Panco dormiría para siempre, pero tenían claro que no querían verlo sufrir.
La segunda vez tuvo una carga emotiva mayor, pues con el primero fue su madre la encargada de llevarlo mientras con su hermano lloraban en el segundo piso de la casa. Con el labrador que se acurrucaba en sus zapatillas negras sería ella quien lo acompañara hasta el último minuto.
¿Cómo valoras la eutanasia en el hombre tras vivirla con animales?
La veo una cosa sùper distinta. Si bien tiene la misma raíz que es en el fondo decidir por alguien, algo que no está decidiendo esa persona o el animal, tiene por objetivo evitar un dolor mayor y un sufrimiento. Ahora, creo que en el caso de las personas hay que pensárselo 25 mil millones de veces antes de optar por ello.
¿Pero sí cabe en ti el hecho de pensárselo?
¿Sabes en lo que sí creo? Estoy de acuerdo en el buen morir, ese es otro tema que a veces tienden a confundirse. Hay muchas veces en que los médicos te dicen, y esto está aceptado por la Iglesia Católica: mira, esta persona no tiene ninguna posibilidad de vivir. Por lo tanto de a poco, racionalmente, se le mantienen sólo los calmantes para evitar el dolor y te ayudan a morir de una manera más digna.
¿Este amor por los animales, desarrolla en ti un carácter más sensible frente a otras cosas?
Gandhi decía que la sensibilidad de una sociedad se medía por el respeto que tiene por los animales. Creo que en la medida en que a ti te educan con respeto por los animales, por tenerlos responsablemente, respetarlos, tú permeas eso hacia el respeto hacia los más desprotegidos. Porque los animales al no poder levantar una pancarta, no poder hacer una protesta, claramente están en una situación desventajosa respecto a nosotros, los seres humanos. Y eso pasa con otros sectores de la sociedad, las personas mayores, los niños, la gente discapacitada, etc. Estoy haciendo un parangón; que, obviamente, se entienda que hay una diferencia brutal, siendo mucho más importante las personas; este como gusto o cariño por los animales se te traspasa hacia el otro lado. Tengo que ser doble o triplemente más respetuosa con quienes son más débiles.
¿Recomiendas por tanto relacionar a las personas desde muy pequeñas con el mundo animal, con la naturaleza en general?
Sí, con la naturaleza en general y con no aceptar que el niño se suba arriba del perrito, que galope arriba del perrito. El perrito tiene su independencia, el perrito tiene su metro cuadrado, al perrito no hay que tirarle la cola, el perrito no es un juguete para los seres humanos. Creo que los padres tienen que estar súper atentos, tienen que ser rigurosos. Así como no permiten que le pegue al hermano, no permitan que le haga cosas extrañas al animal.
Los animales son clave y, según no ha contado, lo fueron en su formación, sólo así podemos entender su propia definición de su perfil profesional: “ameno. Yo no ataco a la gente. No entiendo que la persona que está sentada al frente tiene que ser condenada a muerte. Yo reacciono como reaccionan las personas normales. Y si alguien se me pone a llorar al lado, a veces siento la necesidad de abrazarlo y hay veces que no. O sea, creo que uno mientras más humano se muestre y no falsee sensaciones ni emociones, mejor será recibido por el público”.
Un público que se ha ganado, que hoy la sigue reclamando en la conducción de Telenoche, un público que, en su mayoría, no sabe que dejó ese espacio porque llegar todos los días a casa pasadas las 3 de la mañana podía tener costos no deseados.
Para ese público y para ella ha dado un paso distinto y arriesgado, ha apostado por demostrar que en televisión se puede ser humano, con momentos serios y, al instante, desarrollar toda la genialidad del humor. Una vez más ha decidido enfrentar un desafío buscado. Entonces vemos que fuera del casino de Canal 13 ya la esperan para otra cruzada. Nos retiramos y al momento de despedirnos no pierde su calidez, pese a los tiempos que apremian.
Así, la vemos avanzar para vestir un uniforme invisible, uno que lleva su nombre, Soledad Onetto, una forma de ser que en algún minuto fue tocada por la magia del mundo de los animales y que hoy le sigue dando fuerzas para apostar por las Otras Noticias.

Rodrigo Rincón González
SMA / Prensa
Director Editor / Periodista
Master en Ciencias de la Información
Universidad de Navarra
rodrigorincon@supermascotas.cl