Mónica Rincón: “Los animales permiten conectarse con lo más primitivo, con lo más esencial de uno”
Y ahí estaba sentado frente a uno de los rostros de TVN. Listo para iniciar la entrevista sobre su relación con el mundo de los animales. Aunque la tarea podía sonar sencilla, en mi caso la complicación estaba más allá de haber encontrado las preguntas correctas. A esta entrevistada la conocía bastante mejor que a muchos otros entrevistados, pero no es el momento de decir por qué, tal vez al final de esta historia. Lo cierto es que Mónica Rincón, presentadora de noticias y conductora del programa La Cultura Entretenida de Televisión Nacional de Chile, nunca concede entrevistas personales. Esta vez el medio es de su tierra, Concepción, y está contenta con la idea de poder hablar con nosotros.
El calor golpea fuerte en Santiago, nada raro para quien no pertenece a esta verdadera selva de concreto, pero en su sencilla terraza el verde nos recuerda los paisajes de la Octava Región y una pequeña brisa que caracteriza al sector donde vive nos mantiene más conectados con nuestra ciudad. Lupo y Morak, una pareja de Alaska Malamut duermen a un costado de la casa. Los Lupos (por lobo en italiano) como, cariñosamente, le dice a los perros de su marido, son mascotas “adoptadas” que ha tenido que conquistar sin poder hacer uso de sus encantos televisivos. Encantos que dicen ya mostraba de muy pequeña. Nacida en Concepción sus primeros contactos con los animales están marcados por el perro Duque, que de fino sólo tenía el nombre, “un perro quiltro, de color negro y con una paloma blanca en el pecho, y que era nuestro perro”, dice con orgullo y llena de dulzura. Reconociendo que con él la responsabilidad no fue el factor predominante entre todos los hermanos, porque “mi mamá le daba la comida y le fregaba su plato, y no sé si por eso al Duque lo regalaron. No nos preocupábamos mucho”, se ríe reconociendo culpa. Los veraneos en La Esperanza, el campo de su abuela Luisa Cofré, en Los Ángeles, fue otro importante vínculo con los animales, ahí “estaban los caballos, los chanchos, las ovejas, los pollos, ver parir, no sé, todo. Me acuerdo que había una oveja que le pusimos Teletón porque cuando nació tenía problemas para caminar y le tuvimos que enseñar”.
Por último, no puede dejar de mencionar su heroica acción de niña hacia los camarones de barro que su madre solía llevar a casa para disfrutar comiéndoselos. Junto a su hermana Paulina, siempre lograban rescatar a unos de la olla con agua hirviendo tras sentir “que era una muerte horrorosa, donde los camarones intentan levantar la tapa para escapar. Liberábamos 2 ó 3 en el patio y jurábamos se iban a salvar.” Ya en esa época la valoración de otros seres vivos estaba clara y hoy, para Mónica, los animales son “el contacto con la naturaleza, pero también tienen que ver con una forma de vida más simple. Tiene que ver con la ternura, con entregarle cariño a otros, con hacerse responsable de otros”.
La brisa nos permite seguir cómodos, los lupos, su actual responsabilidad hacia los animales, parecen saber que no se habla de ellos y permanecen tranquilos. De pronto, la perra Morak parece despertar. Mónica es tajante “cuando uno decide tener una mascota no puedes llegar y regalarlos, al menos que tengas una razón de fuerza mayor. No es que me aburrí y lo cambio o la dejo botada. No, tienes que hacerte cargo de la mascota: cuidarla, darle su comida, vacunas y darle cariño”, Morak vuelve a conciliar su sueño.
Por los valores que inspiran los considera muy importantes en la formación de los niños, ya que “pueden ser un buen ejercicio de responsabilidad, pero, además, de sencillez, de ternura, de rescatar un poco más de inocencia. Me parece mucho más positivo que tengan una mascota a que estén pegados a la computadora”.-Entonces la pregunta cae sola aunque no alcanzamos a formularla: Si tienes hijos…Me gustaría que tuvieran una vida más cercana a la naturaleza, no una vida de niños de mall; sino una niñez más parecida a la que tuve, a la que han tenido muchos niños antes, en que había menos cemento. La posibilidad de ver a los animales en su entorno natural es una experiencia súper linda y que les mantiene la inocencia. Ahora tienen que ir a una Granja Educativa para conocerlos.
Está claro que a la hora de educar a sus hijos repetiría su experiencia, pero confiesa que se preocuparía por fortalecer el grado de responsabilidadhacia la mascota “porque al Duke no lo cuidamos mucho, ninguno de los hermanos. O un pato que me regalaron, tampoco tuvo muy buena vida ese pobre pato (se ríe). Pero también, con cinco hijos y su trabajo, mi mamá que más se iba a andar preocupando que yo cuidara bien a mi mascota”.
Teniendo claro donde mejorar, asegura, espera que sus hijos tengan mascotas para que aprendan desde cosas simples hasta la relación de la vida y la muerte, “a esa edad te permite tomarlo de manera más natural, a comprenderlo”. En ello, asegura, es clave la actitud de los padres, “porque si éstos le esconden el animal muerto, el niño nunca va a entender cómo se murió, ni menos qué es la muerte. Si se lo explicas en su lenguaje, comenzará a asumir ese concepto de manera natural”.
Un día con los Lupos De pronto, el macho Alaska Malamut, aúlla desde el fondo como diciendo; es hora de hablar de nosotros. Y entonces hacemos caso a Lupo e hincamos el diente a su actual relación con mascotas. Lupoy Morak son como unas “mascotas adoptadas. Porque las tenía mi marido antes de conocerme”.
Un proceso que reconoce como exquisito y que tuvo su momento más alto el día que la reconocieron al igual que a su marido, quien para ellos es el líder. Cuando él llega, con sólo sentir el ruido del auto, los perros “ladran y saltan de puro gusto y a mí no me hacían nada; por lo menos, cuando llegaba en mi auto, no se pronunciaban. Entonces, después de 2 años de pololeo, llegué en mi auto y saltaban, ladraban y golpeaban las ventanas. Estaban desesperados porque los fuera a saludar”.
El brillo en sus ojos deja claro que el amor también se expresa en la relación con las mascotas. Algo más estrecho con la perra, “si algún día llego triste Morak se acerca, más tranquila, como si ella supiera que yo, a lo mejor, estoy triste, estoy cansada”.
El ritmo laboral implica que los fines de semana son los momentos más compartidos con Lupo y Morak. Si el tiempo atmosférico lo permite, Mónica y José Manuel, su marido, toman desayuno en la terraza junto a los Alaskas. Es cuando “uno los ve, están con nosotros. Morak le gusta jugar a chuparme el codo. La gracia para ella está en sorprenderme, ese es su juego o cuando estoy con un pan, moverme el codo para que suelte el pan o la taza”.