El poder de la Música del Agua
Envuelve, nos calla sin pedirlo. Con tan sólo escucharla genera silencio para disfrutar su ruido. El sonido del agua nos cautiva y su melodía inspira a grandes músicos, pero ninguna obra es capaz de superar el simple placer de sentarse a escucharla.
Más de 10 años de Revista han fluido para que hasta nuestras páginas de papel y electrónicas se derrame la pluma de un estudioso en las artes de la música, la historia y algo más. Junto al Historiador y Periodista, Rodrigo Pincheira Albrecht, conozcamos el por qué del Poder de la Música del Agua.
No lo sabemos. O no nos hemos dado cuenta de por qué el sonido del agua nos gusta tanto. Cuando miramos el mar, un río o vemos como cae el agua, la atracción es inmediata. Es una sensación atávica, similar a la que produce la contemplación del fuego, porque el sonido del agua es muy poderoso y las antiguas culturas lo consideraban sagrado, porque es vibración, energía, fundamento de vida, purificación y regeneración. La Biblia recoge en el Génesis: “el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas”, los griegos creían que la diosa Eurínome surgió desnuda del océano primigenio y danzó solitaria sobre las olas, mientras que en el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, se señala que nada habitaba en la tierra y sólo estaba cubierta de agua en reposo y el mar era apacible. Según los místicos chinos escuchar las aguas del gran río Amarillo es como si fuera una sola canción de una sola nota que nos da una paz infinita. El escritor Herman Hesse influido por la filosofía oriental, en “Siddhartha”, entrega una maravillosa experiencia cuando Siddhartha escucha atentamente las voces de río que se convirtieron en una sola palabra que es la perfección (OM). El sonido del agua nos pacifica, nos alienta y nos da energía. ¿Por qué? Porque la vida sin agua es imposible y cuando la escuchamos se activa nuestra memoria celular y nuestro ADN.
Una vertiente cayendo, una laguna o un riachuelo generan un ruido blanco que en música es un sonido que invita a la meditación y a la interioridad. Cuando se escucha en baja intensidad ayuda a la relajación, a conciliar el sueño, e incluso se está utilizando para tapar ruidos molestos en fábricas, talleres mecánicos, en la industria y hasta para camuflar ronquidos, enfermedad tan frecuente hoy en día.
Ruido que Inspira, No se Supera
Este poder magnético del agua sedujo a los músicos de todos los tiempos, tanto clásicos como populares, de los primeros podemos citar obras sinfónicas como “Las Fuentes de Roma”, de Respighi, “El Danubio azul” de Strauss, “Juegos de agua” de Ravel, el célebre “Holandés errante” de Wagner, “El mar” de Debussy y los alemanes Telemann y Häendel con “Música acuática”, cumbres del barroco.
En la música popular la lista es larguísima, pero hay algunas especiales: “Mediterráneo” y “Utopía” de Serrat, “Agua de marzo” de Jobim y Elis Regina, “Eres tú” de Mocedades, “Lluvias del Sur” de Schwenke y Nilo, “Aguamarina” de Eduardo Gatti, “Gotas de lluvia caen sobre mi cabeza”, “Puente sobre aguas turbulentas”, la rockera “Smoke on the water” de Deep Purple y las bellas y evocadoras melodías del sur chilote con la Banda Bordemar.
Pero ninguna canción o sinfonía, por bella que sea, podrá reemplazar el susurrar de un riachuelo, la ola que besa suave la arena de una playa, el lento uir de la corriente en una laguna, la intimidad de un arroyito o el tintineo de una gota que hace cantar los techos en una tarde de lluvia en el profundo sur.
La música del agua existe antes de todo y todavía sigue ahí esperando que la descubramos. Quizás quiere que escuchemos algunos secretos o simplemente quiere que oigamos su voz, ese canto simple y profundo que aún sigue afirmando la vida.
Rodrigo Pincheira
Periodista / SMA
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