La historia lo ubica junto a nosotros desde hace siglos. Lograr sea reconocido como nuestra primera raza se espera sea antes de 100 años. Tarea que hoy suma un nuevo paso en el ámbito nacional, pues este perro con pasado también de inmigrante, hoy ya puede sacar pedigree chileno, especie de carné de identidad. Largo camino que nos lo recuerda nuestra Columnista la Dra. Daniela Sánchez, Círculo SMA, Socia Fundadora del Club Nacional del Terrier Chileno.

Casi no hay campo chileno que no tenga uno de estos perros dando vueltas por sus establos. Recorrer nuestro país, no sólo en su territorio sino también en su historia, es encontrarse con su presencia. Ello movió al Club Nacional del Terrier Chileno, hace 11 años, a iniciar la titánica misión de lograr sea reconocido como una raza, generando, para ello, un registro de sur a norte que ha dado resultados.

Así, desde el 1º de mayo de 2018, ya podemos sacar pedigree entregado por el Kennel Club de Chile y nuestra gran meta está pronto a lograrse: que la Federación Cinológica Internacional lo reconozca como raza. De esta forma convertiremos al Terrier Chileno en nuestra Primera Raza Canina.Ya en la época de la Colonia hay antecedentes de su existencia. Esto con el inmigrante europeo al sur de América, acompañado de ejemplares de la raza Fox Terrier Pelo Liso (raza inglesa) y del Bodeguero Andaluz (raza española), cazadores de zorros, pero también eximios exterminadores de ratas y pequeños roedores. Inmigrantes caninos que se cruzaron con perros autóctonos y dieron vida al Terrier Chileno, tenaz cazador de ratones, de talla pequeña, pelo corto y limpio.

Compañero inagotable, durante los siglos XVIII y XIX tiene una marcada presencia en los fundos del centro – sur, aclimatándose sin inconvenientes a una vida rústica, principalmente de caballeriza. Esto forjó otra de sus características, su relación transversal con todos los estratos, tanto campesinos como latifundistas lo tuvieron entre sus perros. Podemos decir que el Terrier Chileno, desde sus inicios, es una Mascota democrática, no se le puede identificar con una clase o casta social determinada.

La migración campo ciudad, a fines del siglo XIX, implicará que los ejemplares lleguen a la civilización y, una vez más, demuestra su fortaleza de adaptación incorporándose a la vida urbana. Sus destrezas lo ubican en las nuevas industrias y en los nuevos asentamientos humanos (cités) para el exterminio de ratas. Esto rompe su imagen de socialmente transversal, pues su loable función de ratonero lo hizo aparecer, durante casi todo el siglo pasado, como un perro sólo de la clase obrera – proletaria. Algo que le jugará en contra frente a los primeros cinófolos chilenos, mayoritariamente inmigrantes y miembros de la burguesía, pues se interesarán más en la internación y desarrollo de razas extranjeras, que en el reconocimiento de nuestro Terrier Chileno.

Pero con el tiempo supo conquistar los hogares de la clase media en la ciudad y fortalecer su presencia en fundos y zonas rurales, no por nada la famosa tira cómica Condorito lo identifica con el fiel perro Washington, caricatura con la que se destaca lo chileno de este pequeño perro, que está cada vez más próximo a ser reconocido mundialmente como la primera raza de perros chilena.

Dra. Daniela Sánchez
Círculo SMA / Médico Veterinaria
Criadero Cantarrana
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Coronel