Cristián Riquelme, Chilevisión: no puede haber democracia con el perro, tiene que haber una disciplina y una escala, él sabe que está al final en la casa…”

Junto a su pareja, unieron Alaska y la Patagonia en tres años. Cuando niño sus padres eligen emigra desde Santiago a Puerto Varas para iniciar una nueva forma de vida. El actor y animador del Programa Yo Soy, nunca ha dejado de tener Mascotas, su espíritu está marcado por el contacto con lo natural. Junto a su gran compañero Puelo, nos contará como entiende esta relación, alejada del animalismo extremo y conoceremos su claro discurso de cómo en Chile debemos aprender a asumir nuestra responsabilidad por el cuidado de todo lo que nos rodea. Cristián Riquelme nos hablará de un ahora, no mañana pues el 2050 puede ser fatal.

Como todas las tardes se oye su loca carrera por los pasillos de la casa de campo, lanza la mochila del colegio a la cama y mágicamente logra cambiarse de ropa. Entonces y menos tiempo, elude los rincones donde puede estar un adulto que le impida el paso para llegar a los caballos. El almuerzo puede esperar, galopar con Bayo no lo perdona y nunca sospecha que será el símbolo de un cambio radical en su vida.

El exitoso actor de teleseries y actual jurado del programa Yo Soy de Chilevision ha sido llevado desde Santiago a vivir al sur de Chile. Sus padres, Hugo Riquelme y Patricia Croquevielle, convencidos de que Santiago no es el mejor lugar para hacer familia, deciden instalarse en Puerto Varas, para desarrollar la empresa familiar Vivero Granja Quilarayen, es el año 1987.

¿Cómo fue ese cambio para ti?

Hermoso, lo único que tengo son recuerdos positivos. Yo aquí (Santiago) estaba en un Colegio que se llamaba Wenlock donde se jugaba rugby. Me acuerdo que había aprendido a jugarlo, llevaba un año jugando y era entretenido, pero al llegar al sur era lo mejor que me podría haber pasado.

¡O sea! El patio era de 5 hectáreas, con un bosque nativo, un riachuelo ahora es un poco más grande. Y tiempo, tiempo para estar en familia, tenía un caballo, vacas, perros, gatos. Un campo, en Puerto Varas mismo, es el Vivero Granja Quilarayen, un vivero que lleva 32 años, que está en el antiguo ex camino Alerce, se llama Los Colonos ahora, 2 kilómetros hacia arriba.

¿Serías el mismo si te hubieras quedado en Santiago?

¡Claro que no! Yo privilegio para mis hijos estar más tranquilo en contacto con la naturaleza y cuando tengo la posibilidad de irme los fines de semana, nunca me quedo acá, siempre nos vamos a nuestra casa en Puerto Varas.

¿Proyectas hacer lo mismo, instalarte allá, educar allá? ¿Es más difícil en tu caso?

No, no es difícil, yo no puedo privarles a mis hijos de lo que me tocó vivir a mí, sería egoísta de parte mía, sería mezquino a mi hijo no mostrarles lo que es vivir en otra parte que no sea Santiago y sería mezquino no mostrarle lo que hicimos con la Claudia de Alaska a Patagonia, viajar por el mundo en una motorhome y no mostrarle eso a mis hijos. No podría quedarme a vivir tranquilo toda la vida en Santiago sin mostrarles a mis hijos lo lindo que es vivir en Provincia.

¿Cuándo proyectas hacer ese cambio?

No sé, cuando salga. El flow de la vida surfea a ritmos muchos más sabios que los nuestros creo yo.

Y ese fluir de la vida lo dejó a sus 8 años viviendo un intenso contacto con la naturaleza. En el campo de Puerto Varas, Cristián recuerda haber partido con un perro, luego 2 y llegar la familia a tener 8, junto a gatos, vacas, gallinas y más. Para él una crianza que sólo entrega enseñanzas gracias a momentos de alegría y dolor, como cuando su perra Tregua, Golden Retriever, desaparece y después de tres días de búsqueda “la encontramos en la línea del tren con las 4 extremidades rotas, pero viva. Se había arrastrado 30 metros y eso fue terrible de ver, pero concreto al mismo tiempo; la vida se acaba, la vida es débil, la vida es frágil y los perros te enseñan eso también, uno aprende de la vida con las Mascotas”.

Un aprendizaje que hoy lo tiene con Puelo, (río que cruza de Argentina a Chile) una mezcla de Gran Danés con Mastín Napolitano, parado en dos patas supera a Cristián que mide 1,86. Un gigante al que baña en la ducha y que cuando llega alguien a casa puede saludarlo con un peligroso movimiento de su poderosa cola justo en la entrepiernas, la visita o Cristián, muchas veces quedan un buen rato sin habla. Una relación nueva de la que está aprendiendo y que a la hora de los asados siempre le hace recordar a su anterior Mascota, su Boxer Chato.

“Yo lo único que echo de menos de mi bóxer es que yo soy bueno para los asados, siempre hacemos asados en mi casa y Chato siempre se quedaba hasta el final conmigo, sentado al lado mío y este otro se va a acostar, me abandona”, todos reímos.

Y esa relación que te deja hoy día, como enseñanza

En algún momento de la vida uno tiene que tener un perro, aprender de ellos, aprender el valor del cariño, de que alguien te mire. Además, yo vivía solo, entonces tenía un perro que me miraba todo el día, a través de la ventana cuando estaba lloviendo. Yo soy partidario de los perros afuera de la casa, son perros. Y no hay que humanizarlos, el perro es un animal, no hay que disfrazarlo. Hay que amarlo, respetarlo, hacerle cariño, sacarlo a pasear, darle comida, darle agua y un techo para que este, pero no hay que humanizarlo.

¿No a un animalismo extremo? ¿Hacer la diferencia entre el perro y la persona?

Pero claro, el animalismo extremo a mí me molesta absolutamente. Mi guagua cuando aprendió a gatear yo la llevaba al parque constantemente y una vez pasó corriendo un Staffordshire, un perro vigoroso que pesa 10 kilos corriendo rápido por el lado y casi la bota, entonces yo le digo al dueño “amarra tu perro” y me dice “¿por qué? amarra a tu hijo”. No compadre, perdón, partamos por las prioridades, esta es un área libre de perros, amarra tu perro, yo no puedo amarrar a mi hijo, guarda las proporciones. ¿En que parte de tu cerebro existe la posibilidad de que tengo que amarrar a mi hijo…?

Un perro es un perro, y hay gente que mezcla el cariño en esto y cree que tú por el hecho de decirle a tu perro que es un perro, no es un ser humano, mezcla los derechos y los deberes, los asocia a los derechos humanos”.

¿Crees que en Chile este límite se está agudizando, que está creciendo este discurso extremo?

Siento que los discurso hoy día se están exacerbando a un punto en general donde se están empezando a mezclar las cosas. Por ejemplo, que yo te diga que tienes que amarrar a tu perro o que tú no puede humanizar al perro, no quiere decir que yo odie a los perros y no los respete. Y ahí viene la falta de ética y la falta de reflexión también de algunas personas de entender que si yo estoy tratando de pedir por favor amarra al perro, por favor recoge tus cacas no es que odie a los perros, pero inmediatamente hay gente que te dice “ese es el problema del ser humano, que se cree superior a las otras razas”.

No es que se te crea superior, lo que pasa es que a las otras especies hay que quererlas y respetarlas por lo que son. Este tremendo perro que yo tengo, debo tener cuidado, pese a que es un perro manso que lo he sociabilizado desde chico, pero yo no lo dejo entrar a la casa y que se coma el pie de limón que hizo mi señora, “ay déjalo tenía hambre”, diría alguien… No compadre, qué hace el perro adentro de la casa comiéndose el pie de limón, ¡fuera! Y no puede haber democracia con el perro, tiene que haber una disciplina y una escala, él sabe que está al final de la casa, primero son los amos, mis niños y él está al final y él entiende eso y desde ahí es feliz y yo lo cuido, lo atiendo, lo quiero y lo amo.

¿Como surge la idea de unir Alaska con Patagonia en un viaje junto a tu pareja?

Con Claudia siempre queríamos protagonizar nuestra propia aventura y que no nos la contaran ni verla en Netflix o leerla en un libro y daba lo mismo lo que pensara el resto, porque todos nos dijeron éramos unos locos, que nos iban a pasar las grandes tragedias. Después de haber hecho el viaje durante tres años, somos otras personas, protagonizamos nuestra aventura, salimos vivos de esa y la hicimos, entonces estamos felices.

Y esa locura podemos decir ¿genero una pequeña empresa de viajes?

Más que empresa, somos una pyme pequeñita, nos asociamos a un mayorista. Éste nos dijo que les parece si hacemos un trabajo simultáneo donde ustedes venden nuestros paquetes turísticos, pero ustedes nos dicen qué paquetes turísticos se pueden vender, por su experiencia.

En el viaje lo que más aprendimos que los lugares lo hacen las personas, la geografía siempre está ahí es hermosa hay que respetarla, hay que quererla, hay que fotografiarla, pero las personas hacen los lugares. Nosotros conocimos personas increíbles en lugares horribles y para mi ese lugar es hermoso solamente porque está esa familia. Entonces de alguna u otra forma se trata de juntar a 24 chilenos que no se conocen, que en su vida se van a topar es parte de lo que significa viajar. Y hemos hecho 10 viajes grupales, todos llenos y ha sido increíble la experiencia.

¿Es vivir los momentos?

¡Claro! Y toparse con gente, como tú que quizás viajas más por lo que haces recorriendo Chile, pero yo en mi vida me voy a topar con un mecánico en Los Ángeles, con una señora que tiene una funeraria en Viña y con las dos hermanas en La Serena que trabajan en la Sernatur, e hicimos un viaje , lo pasamos increíble y ahora yo las conozco.

Por ese tremendo viaje por el mundo, ¿algo que rescatar para hacer en Chile en el tema medioambiental y Mascotas?

En Chile ya se están haciendo cosas, está por primera vez abriendo el libro de lo sustentable y está abriendo el libro de que tenemos que hacer un cambio y eso porque todo el mundo se está fijando que si seguimos así el 2050 se acaba esto, concretamente.

Alguna política especial o mejor que las políticas ir al tema personal, individual

En Chile siempre hay alguien que tiene la culpa, siempre hay alguien que tiene que hacer las cosas por nosotros. No, el cambio climático es de uno, no tiene que ver con que la gran empresa deje de fabricar plásticos, es verdad, pero da lo mismo que la gran empresa lo haga, que los Estados lo hagan, uno tiene que hacer el cambio, uno se tiene que ducharse más corto, uno tiene que ni siquiera reciclar, rechazar las cosas con plástico; uno tiene que entender una cosa que es más sencilla compadre, uno respira, uno toma agua, uno planta cosas sale comida, uno tiene que devolverle a la tierra algo, no puedes depravar todo, entonces hay que devolver a la tierra de alguna forma y ese es un cambio de voluntad desde la conciencia y desde la conciencia se cambia a lo grande. Los pequeños detalles son los que hacen las grandes diferencias y los pequeños cambios de conciencia son los que generan cambios de conciencia grande, hay que, como se dice, pensar global, pero actuar local, tú tienes que hacer el cambio.

Cristián Riquelme conserva el pelo largo como recuerdo de esa aventura de 3 años recorriendo América, sin duda le permite mantener aún más vivo el espíritu de contacto con la naturaleza de respeto con lo que nos rodea. Nostalgia que lo envuelve y no quiere soltar, descontaminado desde los 8 años de la selva de cemento comparte junto a su familia un sentido visionario de lo que debemos hacer por dejar un mejor planeta.

Si quieres conocer el viaje que Cristián y Claudia hicieron uniendo Alaska y la Patagonia en 3 años visita
www.dealaskaapatagonia.com

Cristian Riquelme

Rodrigo Rincón González
SMA / Prensa
Director Editor / Periodista
Master en Ciencias de la Información
Universidad de Navarra
rodrigorincon@supermascotas.cl

Compartir